1. Nombre o nombres
Ventana
2. Localización administrativa
Término municipal de Benaoján, 2.100 m al SO cuarto O del
núcleo, cerca del límite con el término municipal de Montejaque.
3. Localización a partir de un
locus de referencia
15 km al SO cuarto O de Ronda.
4. Topografía
En la sierra de Juan Diego, que es una de las que flanquean al
río Guadiaro, en su curso alto, por la derecha. Esta sierra se
prolonga hacia el SO, primero por la sierra del Palo y, luego,
por la sierra Blanquilla de Cortes, constituyendo la alineación
de las tres el límite oriental del notable poljé de Líbar.
Al NO de la sierra de Juan Diego
está la sierra de Montalate y es entre ambas sierras por donde
penetra en el polijé la pista que da acceso a él desde
Montejaque.
5. Motivación
Magníficas vistas del poljé (o poljés) de Líbar y de las sierras
de Grazalema. Formaciones kársticas de todo tipo y tamaño (el
propio poljé, con su ponor, bellas uvalas, torcas, cuevas y arte
parietal, simas, río subterráneo (Campobuche o Gaduares),
espectacular surgencia en Benaoján, hums y relieves ruiniformes,
lapiaces en todos los grados de desarrollo, cañón profundísimo
de las Buitreras, etc.
Interesante camino empedrado del
que no encuentro mención en el notable y aparentemente
exhaustivo libro de Gonzalbes Cravioto.
Paisaje incomparable de la parte
más occidental de la Serranía de Ronda.
Multitud de posibilidades para
excursiones alternativas en los alrededores.
6. Vértices geodésicos
Ventana es vértice geodésico de tercer orden y su hito no ha
sido aún destruido por los amantes de la naturaleza.
Otros vértices próximos cuya
localización con los primáticos puede amenizar nuestras
excursiones son los siguientes:
Hacho
de Montejaque (1.075 m de altitud) al N 25º NE.
Medio Culo (1.103 m de altitud) al
E 13º SE.
Conio (1.270 m de altitud) al S
29º SE.
Palo (1.401 m de altitud) al S 34º
SO.
7. Mapas
Hoja 14-44 Ubrique del Mapa Militar de España E. 1:50.000
(formada en 1.975).
Hoja 1050 Ubrique del Mapa Topográfico Nacional de España E.
1:50.000 (puesta el día según datos de 1.969).
Hojas (1.050) 3-3, (1.050) 3-4, (1.050) 4-3 y (1.050) 4-4
del Mapa topográfico de Andalucía E. 1:10.000.
8. Aproximación: carreteras,
pistas
Salimos de Ronda por la antigua carretera de Sevilla, en
dirección a Algodonales. Esta carretera, que fue la C-339,
es ahora la A-376. Pasado el PK 118 nos desviamos a la
izquierda por una carreterita señalizada con el letrero
Benaoján - Cortes, que nos lleva hasta la estación de
ferrocarril Benaoján - Montejaque; desde este lugar subimos
por otra hasta el núcleo de Benaoján y una vez allí tomamos
la vieja carretera a la cueva de la Pileta, hoy prolongada
hasta Cortes de la Frontera. A poca distancia del pueblo y
pocos metros antes de pasar por un puertecillo vemos el
comienzo de un carril cerrado con una cancela de hierro;
este es un acceso posible a nuestro itinerario, ya que
conduce directamente al cortijo del Pozuelo y la alambrada
ha sido forzada a la izquierda de la reja, pero quizá es
poco recomendable si nuestro propósito es no herir los
sentimientos de los que han puesto la cancela.
Lo cierto es que pasado el PK
3 y poco antes de llegar al PK 4 veremos a nuestra derecha
el inicio de una pista poco cuidada, de no más de 250 m de
longitud, que nos llevará sin pérdida al llamado Caserío
Cueva de la Pileta, que no hay que confundir con el acceso a
la famosa cueva ni con las viviendas de la familia Bullón,
conservadora de la cueva hasta hace pocos días, situado todo
ello poco más adelante.
9. Eventual refrigerio
Restaurante “Chez Pepe”, carretera de Campillos nº 2, Cuevas
del Becerro. Tel. 952 163 055. Desayuno de pan cateto con
aceite o con zurrapas.
Bar la Palma, avenida de la
Constitución, Benaoján. Almuerzo de carne de cerdo en salsa,
ensaladilla, pollo en salsa y bebidas (640 pesetas por
persona).
10. Altura y forma
1.298 m en una cumbre con tres promontorios y un abismo casi
vertical de más de 200 m al E.
11.
Desnivel
628 m desde la carretera de Benaoján a Cortes.
12. Distancia geográfica
3.444 m (distancia topográfica: 3.500 m).
13. Distancia para el caminante
6,4 km
14. Pendiente teórica
18 % (ángulo: 10º).
15. Pendiente para el caminante
10 % (ángulo 6º).
16. Tiempo de ascenso y de
descenso
Ascenso en 2 h y 30 min.
Descenso en 2 h.
17. Itinerario
Desde la carretera de Benaoján a
Cortes de la Frontera alcanzamos el Caserío Cueva de la
Pileta por una pista, poco apta para turismos, de unos 250 m
de longitud. La pista termina junto a una alambrada cerrada
con una angarilla que no impide el paso al otro lado.
Este caserío está en un cierto
grado de abandono, aunque no en ruinas. Los muros son de
mampostería y el tejado de uralita. En torno a nosotros se
elevan peñascos calizos afectados por el modelado kárstico,
con sus habituales formas fantásticas, que no por habituales
para nosotros debemos permitir que dejen de entusiasmarnos.
Estamos en una vaguada que se
eleva hacia el O y culmina en un puertecillo que ya se
adivina. Nos rodea una vegetación nitrófila de cardos (Silybummarianum
sobre todo, pero también Onopordon sp., Notobasis
syriaca, Carthamus lanatus y otros de menor
porte); en los márgenes menos nitrificados abundan las
retamas y palmitos y en las peñas crecen encinas rupícolas y
se ven algunos caducifolios que destacan por el color
amarillento de las hojas (tal vez higueras).
El camino está
claramente señalado por el habitual reguero de color pardo que
deja sobre estas calizas el paso del ganado.
Al principio la
superabundancia de cardos marianos dificulta la andadura. Aunque
las nuevas hojas, verdes y blancas, que han crecido este otoño,
alcanzan poca altura, los tallos secos, que sostienen los
capítulos que florecieron la temporada pasada, son tan altos y
se elevan tan apretadamente que nos obligan a dar rodeos.
Un poco más
adelante dejamos a nuestra derecha los restos de una
edificación, quizá una vivienda, de la que se conservan los
muros, de mampostería sin argamasa. En su interior se levantan
un par de pilares de madera que en alguna época sostuvieron una
techumbre.
En los espacios
libres de cardos hay un tapiz verde de hojas de geranios,
malvas, aros y candiles.
Muy pronto
alcanzamos una segunda alambrada tendida entre postes metálicos.
Pasamos al otro lado y vemos como disminuye la presencia de las
plantas nitrófilas y toman el protagonismo las retamas, los
palmitos y Calicotome sp.
Alcanzamos el
puerto que adivinábamos y dirigimos la vista al NO. Ante
nosotros se levanta el paredón casi vertical (más de 250 m) que
es la estribación más meridional de la sierra de Juan Diego,
cuya máxima altura nos proponemos conquistar. Aún no podemos ver
el pico Ventana pero lo sabemos no mucho más al N del picacho
que se ofrece a nuestra vista. Al pie de la ladera divisamos una
pista que de NE a SO se dirige desde el cortijo del Pozuelo a
Cortes de la Frontera.
Iniciamos el
descenso desde el puertecillo y nuestra senda pasa a la derecha
de una peña que, junto a la vereda, ofrece una pared vertical. A
nuestra mano izquierda y muy cerca de esta peña hay un cercado
de grandes mampuestos, quizá un puesto de cazadores. A la
derecha de la senda dejamos un par de peñas de fabulosas formas
kársticas. Enseguida nos topamos con una bifurcación y tomamos
el ramal de la derecha que nos conduce hasta las inmediaciones
del cortijo de La Gloria en cuyas proximidades se distinguen
majanos, cercados de piedra y algunos árboles frutales; a poca
distancia hacia el NE se ve el cortijo de El Pozuelo, al que no
nos acercaremos.
Así llegamos al
carril que era nuestro objetivo. Este carril desciende hacia una
amplia uvala y luego se pierde en lontananza hacia el SO, en
dirección a Cortes. En el fondo de la uvala parece haber un
olivar y desde luego hay una edificación de moderna factura de
cuya chimenea se escapa una delgada columna de humo.
La senda que
seguíamos alcanza la pista en las inmediaciones de dos grandes
encinas y la atraviesa para internarse en la falda de la
montaña, ascendiendo suavemente hacia el SO. Aquí aparecen los
primeros ejemplares de Ulexparviflorus, ya en flor;
siguen presentes los palmitos, retamas y Calicotome sp.,
y se incrementa la presencia de matagallos. El comienzo de este
nuevo tramo de sendero se sitúa entre dos grandes ejemplares de
Retamasphaerocarpa, más desmedrado el de la derecha, y
poco antes de que la pista inicie un acusado descenso hacia la
uvala.
La senda está
bien marcada y al poco tiempo cobra anchura y se convierte en un
camino empedrado y amplio, con tramos muy bien conservados.
Desde aquí se disfruta de hermosas vistas sobre la tan
mencionada uvala. Desde ella se podría descender hacia el valle
del Guadiaro por un puerto que se abre entre dos altos cerros
que dibujan una uve, a través de la cual se divisa el Alto de
Conio, con su cima ligeramente velada por la nubes, en el
término municipal de Jimera de Líbar. A mano izquierda, al borde
del talud, en un tramo de camino particularmente bien
conservado, encontramos una pequeña pila de sección circular,
aparentemente labrada en una piedra.
Sobre nosotros,
en las paredes de piedra, crecen encinas y acebuches rupícolas.
Algunos acebuches que crecen al borde del camino han sido
modelados por los dientes de las cabras hasta alcanzar el
aspecto del Rhamnus myrtifolius.
Llegados al
recodo de la montaña la vereda se bifurca. Nosotros tomamos la
de la derecha, marcada con un círculo de pintura amarilla sobre
una peña, y nos internamos en una vaguada que primero nos
encamina hacia el N y luego hacia el NNO. Este sendero nos
conduce a un puerto que nos permitiría descender al poljé de los
Llanos de Líbar. Muy poco antes de alcanzar el puerto pasamos
por un llanete tapizado de pastizal, muy verde en este tiempo,
en inmediatamente después de iniciar el descenso nos encontramos
en otra explanada muy similar; a la izquierda, en un nivel un
poco superior, hay una era circular; aunque la explanada es
herbosa crecen algunas aulagas y retamas de escaso porte y hay
también bastante Carlina corimbosa seca. El sendajo
desciende hacia los Llanos, en dirección a una hermosa pradera
rodeada de encinas. Las laderas que rodean el poljé están
cubiertas de encinar.
Un solitario
buitre leonado pasa varias veces sobre nosotros.
Desde la
explanada que hay al N del puerto nos dirigimos a una encina que
crece entre las peñas siguiendo un caminillo marcado por el
habitual reguero de arcilla que mancha las calizas. Ignoramos un
ramal que se desvía a la derecha en acusada cuesta antes de
llegar a la altura de la encina y seguimos llaneando. La visión
de los Llanos es cada vez más hermosa.
Dejamos otra
bifurcación a la derecha y continuamos faldeando cómodamente la
montaña. Hay un acantilado sobre nosotros, a nuestra derecha.
Alcanzamos
finalmente una antigua linde de enormes piedras y aquí confluyen
dos alambradas, sostenidas por postes metálicos, que forman el
vértice de un ángulo que se abre hacia los llanos. Desde este
vértice iniciamos el ascenso por la línea de máxima pendiente,
caminando por una ladera terriza, penosa por lo empinada pero
cómoda por el firme. Abundan las huellas de grandes
artiodáctilos que cuesta creer que sean vacas.
Llegados a lo
más alto de la cuesta terriza encontramos una alambrada que ha
sido enrollada en parte para dejar un amplísimo paso. Estamos en
un puerto de cota 1.184 m. A nuestra derecha dejamos el
acantilado que hemos ido viendo sobre nosotros desde hace rato;
nos toca ahora seguir la cuerda hacia el N, siguiendo el trazado
de la alambrada, casi totalmente desmantelada, porque la cumbre
está muy cerca. Los excrementos de una gran rumiante siguen
viéndose, inverosímilmente, por estos paraje arriscados. La
altitud alcanzada se pone de manifiesto en la absoluta
desaparición de Phlomispurpurea y de Phlomis lychnitis
y en la presencia de Phlomis crinita.
Llegados a la
cumbre nos encontramos envueltos por las nubes que nos impiden
valorar los paisajes, seguramente espléndidos.
Cuando iniciamos
el descenso una grandísima bandada de chovas piquirrojas se
levanta sobre nosotros atronando el aire con sus inconfundibles
chillidos.
18. Lo que se
divisa desde la cumbre (S, O, N, E)
Sierra Crestellina de Casares -
torres y chimeneas de las industrias del Campo de Gibraltar
- extremo meridional del poljé de Líbar y sierras de Cortes
- sierra del Caíllo - desfiladero por el que pasa la
carretera de Villaluenga a Benaocaz . sierra de Ubrique -
sierra del Endrinal - sierra del Pinar, de Grazalema -
sierra de Líjar y, abajo, la cola de un pantano entre Zahara
de la Sierra y Algodonales - cerro Lagarín - puerto
Fresnedilla - cerro Malaver - Olvera (N) - Sierra del
Tablón, de Pruna y, delante, más bajo, Acinipo - meseta de
Ronda con el pueblo de Arriate - Ronda con su Tajo - nubes -
Jarastepar y Conio - nubes - sierra de Benadalid y, abajo,
valle del Guadiaro y Jimera de Líbar.
19.
Fechas de subida
26-XI-2.000 Pepe Mayorga, Juan Carlos, Lola Jiménez Peña, Paco y
Luis.
2-XII-2.000 Luis et al.
20. Geología
Durante toda la excursión caminamos sobre calizas jurásicas. El
polje se extiende a lo largo de un sinclinal relleno de
cretácico superior (“capas rojas” y flysch en el mapa geológico
E. 1:200.000) limitado a E y O por dos anticlinales de las
mencionadas calizas jurásicas, que dan lugar a una doble
alineación de sierras según la dirección NE-SO.
21. Vegetación
Pastizal en el fondo del poljé (o
de los poljés).
Encinas y quejigos, algunos muy
viejos, en las laderas interiores del poljé.
Matorral muy degradado con
palmito y retamas, tres especies de matagallos,
Calicotome sp. y aulagas en las zonas desforestadas.
Vegetación rupícola con algunas
encinas, acebuches e higueras en los roquedos.
22. Fauna
Un buitre y muchas chovas
piquirrojas el 26-XI-2.000.
Dos buitres y un rebaño de unas
treinta cabras monteses el 2-XII-2.000. Ganado vacuno y
cerdo ibérico en el poljé.
23.
Opciones alternativas en las proximidades
Cueva de la Pileta (si la vuelven a abrir al público).
Cueva del Hundidero, sistema Hundidero-Gato y cueva del Gato.
Vieja presa del embalse frustrado de Montejaque.
Nacimiento del Santo, en la estación de Benaoján, detrás del
hotel Molino del Santo.
Varias rutas por las sierras que delimitan el poljé.
Dólmenes del Gigante1 y de la Giganta2.
Nota 2. 420 m al S del Cortijo del
Chopo, no lejos de la casa Villamartín. Circulando por la A-376,
en dirección de Ronda a Algodonales, pasado el PK 107 nos
desviamos a la izquierda para tomar la A-372 a Grazalema.
Primero hay una recta, luego una curva a la izquierda y antes de
torcer a la derecha aparcamos el coche junto a la entrada de una
pista que, por nuestra izquierda, se dirige al ESE. Es la
entrada al cortijo del Chopo, habitualmente cerrada con una
cadena que no nos impide pasar andando. Caminamos por el carril,
ascendemos un poco; el camino dibuja una pronunciada ese y,
cuando alcanzamos el nivel superior, a no mucha distancia, en la
linde de un olivar, divisaremos la silueta inconfundible del
dolmen.
Nota 1. Circulando por la A-376,
en dirección de Ronda a Algodonales, pasado el PK 108,
encontramos a nuestra izquierda la desviación para tomar la
MA-505 a Montejaque y Benaoján. Justo enfrente, a la derecha de
la carretera que seguimos (la A-376), se toma un camino que
primero corre paralelo a la carretera, aunque invertimos el
sentido de la marcha, y luego tuerce a la izquierda para
dirigirse a una edificación. El dolmen del Gigante está en lo
alto del tajo que se ve detrás de ella, debajo de una encina
cuyo tronco lo está derribando. Hay una pista que sube hasta lo
alto del acantilado; una vez en lo alto nos dirigimos a la
antena y, desde ella, seguimos el borde del cortado, caminando
junto a la alambrada; pronto veremos el dolmen bajo su encina a
nuestra derecha, separado de borde del precipicio por una
estrecha banda de tierra labrada.
24. Connotaciones Sexuales
Como bien sabéis, querido amigos, los carcamales valetudinarios
encontramos muy penosa la marcha sin senderos por los relieves
originados sobre estas calizas mesozoicas, y es el agotamiento
que en estos momentos experimento, sentado junto al hito del
vértice geodésico de Ventana, el que me trae a la memoria el
Ananga Ranga, de Kalyana Malla (o Mall).
No ignoráis que, como tantas otras
obras orientales, nos ha llegado a través del descubridor del
lago Tanganika, cuya vida admiráis y envidiáis tanto como yo.
Efectivamente, fue sir Richard Francis Burton (1.821-1.890)
quien lo publicó por primera vez en inglés, en 1.873, con el
título de Káma Shástra. H. S. Ashbee, en su Index Librorum
Prohibitorum (Londres, 1.877), nos explica por qué existen sólo
seis copias de esta primera edición: el editor se alarmó tanto
del contenido del libro que paralizó la edición. Unos años más
tarde, en 1.985, la Káma Shástra Society encontró un empresario
más decidido en la Editorial Cosmopoli, que lo puso a la venta
bajo el título de Ananga Ranga. The Hindu Art of Love, e incluso
lo reedito tres veces.
La
obra pertenece a la literatura tardía en lengua sánscrita y es
una recopilación de tratados anteriores, como el conocidísimo
Kama Sutra y otros, pero, fuera de esto, la fecha de su
composición queda un tanto en las tinieblas, pues es lo cierto
que hay dos teorías que se disputan las preferencias de los
eruditos.
Dicen unos que Kalyana Malla fue
un brahmán nativo de Kalinga, al sur del delta del Mahanadi, en
el golfo de Bengala. En el Kavi-Charik, colección de biografías
de poetas, se dice que floreció bajo Anangabhima (también
llamado Ladadiva). Por una inscripción sabemos que este rey
construyó un templo en el año 1.094 (año de Shalivana) de la era
Saka (o Shaka), que corresponde al 1.172 d. J. C. (el año en que
Abu Yaqub Yusuf, el segundo califa almohade, conquistó Murcia,
la mayor de las segundas taifas andalusíes, después de derrotar
al Rey Lobo, como fue conocido Ibn Mardanis, traducible, según
algunos, por Hijo de Martínez o, según otros, por Hijo de la
Mierda). De ser así nuestro libro habría sido escrito, con toda
probabilidad. en el siglo XII.
Otros dicen que Kalyana Malla
escribió su libro para recreo de Ladkhan Rajah, hijo de Ahmed,
de la familia de los Lodi, soberanos musulmanes de origen afgano
de Agra, en Uttar Pradesh. Esto sugiere que su patrón fuera
Ahmed Chan, virrey de Gujarat a principios del siglo XVI, a
quien el poeta, siguiendo la tradición de exaltar al señor al
que se sirve, eleva a la dignidad real.
Aunque
Burton la subtitulara The Hindu Art of Love parece que debería
traducirse más bien como El teatro del amor. Sea como sea es el
caso que este extenuante libro trata de treinta y tres temas
diferentes; así de la recomendaciones para acelerar el espasmo
en la mujer, de las recomendaciones para retardar el del hombre,
de los afrodisiacos, de los procedimientos para estrechar la
vagina y para perfumarla, del arte de depilar el cuerpo humano y
las partes sexuales, de los procedimientos para limitar el
número de hijos, del procedimiento para hacer firmes y erguidos
los senos, etc., etc.
Pero, en realidad, aquí, en lo más
alto de la sierra de Juan Diego, es un solo párrafo el que me
induce a comentar el Ananga Ranga para vosotros, cómplices
perversos. Aquel en que se citan los doce momentos en que la
mujer desea acostarse con un hombre o es fácil satisfacerla.
Quizá alguno piense que lo que os voy a transmitir no coincide
con su experiencia, pero yo le invito a meditar si no
interferirán otros factores en sus chascos.
Pues bien, según Kalyana Malla,
junto a las ocasiones muy conocidas en occidente (8a si está
extraordinariamente feliz y contenta, 9a inmediatamente antes y
después de sus reglas, 11a durante toda la primavera, 12a cuando
llueve con relámpagos y truenos, etc.), encuentro, y en primer
lugar, una que viene como ni pintada para caminantes,
senderistas, excursionistas y peregrinos de todo pelaje, y es
que nos dice que la mujer desea sobre todo la cópula ¡cuando se
encuentra fatigada por una larga caminata! ¿No es esto
extraordinario? Creo que después de esta lectura todos y cada
uno os sentiréis obligados a verificar la doctrina del sabio
indio; yo por mi parte, como decrépito valetudinario, espero
vuestros testimonios.
Justo
desde aquí, mirando hacia el SO, veo una explanada herbosa
rodeada de hermosas encinas, puesta ahí por el demiurgo con
objeto de llevar a feliz término esa verificación. Pero (me
diréis) es arcillosa y hay cardos y aulagas. Nada os importe.
Todos habéis visto, pero ¡qué digo visto!, ¡habéis contemplado
con arrobada unción!, sí, eso mismo, os habéis unido en el
espíritu a la edificante escena que Jean-François Millet
(1.814-1.875) nos muestra en su El ángelus (1.858-59), del Museo
del Louvre. Pero lo que seguramente no sabíais es lo que ocurrió
cuando el padre Sol se puso, y eso es precisamente lo que Millet
ya sabía cuatro años antes y nos revela en su espléndido dibujo
de 1.854 Enamorados, de la colección Hatvany, hoy en un museo de
Budapest.
BIS (pensando en la porción
masculina de mis lectores).
Después de mi ascensión del
2-XII-2.000 me dirigí a la cueva del Hundidero para visitar tan
hermoso paraje como broche de un día glorioso y allí no pude
menos que admirar de nuevo las proporciones catedralicias de la
entrada de la cueva. Fue la visión de la enorme boca lo que me
recordó la entra de la cueva de Niah, en Sarawak, 120 km al SO
de Miri. Allí la entrada de la caverna tiene 90 m de altura y
180 m de anchura.
Pero ¿qué tiene esto que ver con
vosotros? Pues ocurre que yo, siempre atento a vuestras
necesidades y testigo, después de más de diez años, del penoso
espectáculo de nuestra decadencia, camino, ineluctablemente de
la impotentia coeundi, he recordado ahora, delante de la
espelunca, un último remedio, quizá desesperado pero que os
interesa sobremanera, no sólo pensando en nuestra futura
decadencia orquídica, sino también como viajeros, caminantes,
naturalistas, etc.
Quiero creer que toda mi
generación accedió a los libros a través, entre otros, de Emilio
Salgari y que, por tanto, nos es tan familiar el sultanato de
Sarawak como la sopa de nidos de golondrina.
Y bien, la cueva de Niah, descrita en 1.864 por Alfred Russel
Wallace1, albergó (y tal vez alberga aún, aunque en menor
medida) una de las colonias más grandes de la Collocalia
fuciphaga Wheeler o, en castellano, salangana de nido blanco, la
simpática apodiforme que los demiurgos han puesto ahí para el
goce gastronómico de los chinos y para remedio de nuestra
decadencia.
Todos
sabéis que estas avecillas anidan por millones en el interior de
las cavernas de Insulindia, que comparten con colonias
igualmente numerosas de murciélagos; que construyen sus nidos
con hilos de saliva endurecida en puntos casi inaccesibles de
las paredes y los techos de las grutas; que comparten con los
quirópteros el sentido de ecolocación y evolucionan en las
tinieblas emitiendo unos seis gritos por segundo en las
frecuencias de 1.500 a 5.000 hertzios; que los nativos arriesgan
la vida para cosechar los nidos en un espectacular ejercicio de
equilibrio sobre delgadas escaleras de bambú; que como los nidos
han de cosecharse antes de la eclosión de los huevos las
salanganas están abocadas a la extinción.
Bien, todo esto lo sabíais, pero
¿acaso sabíais que la sopa de nidos de salangana con azúcar de
roca cura la impotencia? Urge pues un viaje a Sarawak más bien
que a Suiza. Los servicios de turismo de Malaisia y Brunei están
hoy al alcance de nuestro ratón. Sólo un inconveniente: hace
veinte años la libra de nidos de salangana alcanzaba el precio
de 1.000 dólares en Hong Kong, pero parece que los recolectores
de nidos del poblado de Rumah Chang, no lejos de la cueva, los
vendían no hace mucho a 260 dólares el kilogramo. Es una
oportunidad única.
Se
dice que las gentes de Rumah Chang comerciaban ya con China en
tiempos de la dinastía Tang (618-907). Son por tanto gente muy
experimentada que no nos dará gato por liebre (o estropajo por
salangana).
Como Sarawak queda fuera de la
provincia de Málaga es poco probable que, pese a mi indudable
interés, me decida finalmente a acompañaros, de manera que os
haré ahora mis recomendaciones:
Debéis limpiar cuidadosamente los nidos de plumas y excrementos
y luego remojarlos y aclararlos repetidamente hasta que
adquieran más bien el aspecto de una esponja blanquecina que el
de un nido. Sólo entonces podéis cocinarlos. Pero si los precios
han alcanzado niveles realmente prohibitivos aún os queda la
opción de adquirir los nidos para pobretes de la salangana de
nido negro (Aerodramus maximus), en los que los hilos de saliva
están muy mezclados con diversas inmundicias que hacen penosa y
poco eficaz la limpieza, pero ¡no dudéis un momento!, ¡la
recompensa vale la pena!