Rutas por la Serranía de Ronda

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“Si desean realizar la ruta es recomendable contrastar la información, utilizar guías técnicas especializadas
y no basarse sólo en esta información”

 
 
Rutas por la Serranía de Ronda
Título: Cancha de Almola
Zona: Valle del Genal
Autor: Luis Sarasola

1. Nombre o nombres
Cancha de Almola. Cancha de Armola. Sierra Almola (1.412 m) en Ceballos y Vicioso.

La cumbre de sierra Almola se levanta más allá del lapiaz del primer plano como la cabeza de un cachalote pétreo. A la derecha hiedras y encinas rupícolas en los acantilados.2. Localización administrativa
Término municipal de Cartajima.

3. Localización a partir de un locus de referencia
A unos 7 km al S cuarto SE de la ciudad de Ronda.

4. Topografía
Entre el torcal de los Riscos de Cartajima, al O, del que lo separa un muy definido paso de montaña (en el que nace el arroyo de Bolones, perteneciente a la cuenca del Genal) que comunica el alto valle del Genal con la planicie de Ronda, y la sierra del Oreganal al E. El arroyo de Bolones la separa no sólo de los Riscos de Cartajima, sino también del sumamente conspicuo cerro Malhacer (1.154 m), al SO, acusadamente cónico, y del cerro Gordo, ya al S de la carretera Parauta-Cartajima.

Por el N vierte sus aguas al Guadalevín o Río Grande de Ronda por diversos arroyos.

5. Motivación (paisaje, geología, vegetación, fauna, historia, obras humanas antiguas y modernas, caminos antiguos y modernos, alrededores, anécdotas...).

Posición estratégica para la observación de la meseta de Ronda, del valle del Genal y de la sierra de las Nieves.

Testimonio de la brutal deforestación de la provincia, de la que quedan como testigos las grandes encinas rupícolas de algunos cortados (cf. Cevallos y Vicioso, pag. 29).

Impresionantes tajos de la parte occidental del macizo (160 m verticales) que, durante la excursión, se pueden contemplar desde abajo y desde lo alto.

Parajes bellos en su misma desolación y muy poco frecuentado (no se perciben el paso destructor de los amantes de la naturaleza).

6. Vértices geodésicos
El más próximo es Jarastepar (1.425 m), 3.500 m al OSO.

7. Mapas
Hojas 15-44 (1051) Ronda y 15-45 (1065) Marbella del Mapa Militar de España E. 1:50.000.
Hoja (1051) 1-4 del Mapa Topográfico de Andalucía E. 1:10.000.

8. Aproximación: carreteras, pistas
Circulando de San Pedro de Alcántara a Ronda por la carretera A-376 y entre el PK 134 y el PK 133, en las inmediaciones de una gasolinera, tomamos una desviación hacia el O señalada con el letrero Parauta-Cartajima-Juzcar (carretera local MA-525). Enseguida encontramos una nueva desviación a Parauta, que ignoramos. Rodando camino de Cartajima llegamos hasta el PK 2, en cuyas inmediaciones la carretera presenta un ensanchamiento que permite el estacionamiento de varios coches; hay un cartel con el letrero zona de campeo de perros de caza. Aquí dejamos el vehículo.

9. Eventual refrigerio
PK 135 de la A-376: El Navasillo.

PK 129 de la A-376: Mesón Rondeño.
 
10. Altura y forma
1.409 m en el extremo SO del monte.
Parte alta amesetada, inclinada al N, de forma aproximadamente rectangular, con un eje ENE-OSO de unos 1.000 m y una anchura de unos 500 m, con varias dolinas bastante bien definidas en medio de un lapiaz acuchillado que, en algunos lugares hace penoso el caminar.
El hito de sierra Almola, en el extremo occidental del intrincado lapiaz de la meseta de la cumbre, es tan rústico como todo el paraje. Un simple montón de mampuestos.
11. Desnivel: 455 m.
 
12. Distancia geográfica
1.100 m (distancia topográfica: 1.190 m).

13. Distancia para el caminante
3,3 km.

14. Pendiente teórica

41 % (ángulo: 22º 30´).
 
15. Pendiente para el caminante
13 %.
 
16. Tiempo de ascenso y de descenso
Ascenso 1 h 40 min.; descenso 1 h 15 min.
 
17. Itinerario organizado en hitos
Caminando por la carretera hacia el O (hacia Cartajima) y a unos 400 m de donde hemos dejado el coche descubrimos en la pared rocosa de nuestra derecha una colada calcárea, como resultado de haber quedado al descubierto, al hacer la carretera, una cavidad de la roca caliza.
 
A unos 60-70 m de la colada de calcita nos encontramos frente a un roquedo con aspecto de torcal en el que destacan un par de higueras rupícolas. Aquí la carretera presenta una curva pronunciada a la izquierda y junto a ella la arqueta de un conducto que permite el paso del agua de escorrentía bajo ella. Veremos a nuestra derecha un cartel de chapa con la leyenda coto privado de caza. En este punto abandonamos el asfalto e iniciamos el ascenso por la margen izquierda de la vaguadilla (derecha según el sentido de nuestra marcha). En el matorral Ulex parviflorus, Retama sphaerocarpa, Mercurialis tomentosa, Chamaepeuce hispanica, Phlomis purpurea, Stipa tenacissima, Daphne gnidium.
 
A los pocos metros pasamos bajo los cables del tendido telefónico, del que, por cierto, se ha desprendido uno que cuelga casi a ras del suelo.

Junto a la vaguadilla quedan restos de muretes de una mampostería muy grosera. El herbazal, en el que abundan los cardos, está reseco, después del tórrido verano, y precisamente toda esta hierba seca hace más conspicuos los capítulos morados de Atractylis gummifera, en plena floración; también florecen Lactuca perennis y Daphne gnidium. Rhamnus myrtifolius se aferra a las piedras allí donde ha conseguido medrar. En algunos puntos emergen del suelo las partes superiores de los bulbos de Urginea maritima, que empieza a florecer.

Conforme subimos va imponiendo cada vez más su presencia, a nuestra izquierda, el muy cónico cerro Malhacer, de 1.150 m.

Frente a nosostros, que subimos hacia el NE, se elevan unos peñones en los que crecen añosos ejemplares de encina y de hiedra. Nosotros los dejamos a nuestra derecha y marchamos hacia el N, en paralelo a la pared rocosa, para encontrarnos enseguida caminando por la pista que se inicia en la carretera al S del cerro Malhacer, a unos pocos cientos de metros.

Tenemos frente a nosostros una pared vertical de más de 100 m. Cuando llegamos allí donde la pista que seguimos se pierde entre el pastizal, si dirigimos la vista a nuestra derecha, hacia el roquedo que prolonga hacia el S el formidable tajo, divisaremos dos entalladuras separadas por una eminencia rocosa. Salvaremos el roquedo por la entalladura más septentrional, dejando a nuestra espalda el cerro Malhacer, los Riscos de Cartajima y el macizo de Jarastepar. Caminamos por un pastizal, que se va convirtiendo en aulagar, en el que abundan los majanos.

Al llegar a la entalladura encontramos la habitual alambrada, que en este caso será leve obstáculo, junto a la que hay dos carteles con la leyenda coto privado de caza, uno mirando al O, y otro al E. Salvado el obstáculo descendemos por un camino de cabras a un llano herboso y, desde él, iniciamos el ascenso hacia el N.

Salvados los primeros repechos caminado por cuestas terrizas y zonas aterrazadas, eludiendo los majanos y las gleras, descubrimos frente a nosotros una cueva en un cortado rocoso, a mano izquierda y, sobre ella, una encina rupícola; la cueva tiene 20-30 m de profundidad, unos 10 m en su parte más ancha y 5 m de altura; la espesa capa de excrementos de ganado (varios decímetros) denuncia su carácter de refugio para las cabras y ovejas que hemos podido ver en algunos momentos de nuestra ascensión.

Seguimos ascendiendo teniendo siempre a nuestra derecha cortados rocosos en los que destacan las encinas y las hiedras. El herbazal está compuesto aquí por numerosas especies de cardos, todos ya con su parte aérea muerta, y las únicas especies frutescentes son algunos ejemplares desmedrados de Thymus mastichina, Phlomis purpurea y Ulex parviflorus. Caminamos entre gleras y majanos y, por primera vez en nuestras caminatas por estos parajes, encontramos en el suelo un fragmento de fósil con aspecto de Ammonoiseo.

En las parte alta de la cuesta terriza, bajo los peñascales, se conserva un matorral relativamente denso de aulagas y allí termina el acantilado que nos ha ido acompañando a nuestra derecha y una senda bien marcada nos permite salvarlo marchando hacia el E.

Seguimos esta senda unos pocos metros y, precisamente un poco antes de que inicie un acusado descenso, si dirigimos nuestra mirada al N, hacia arriba, distinguimos el camino que sigue el ganado hasta la cumbre por el terreno evidentemente removido y la piedra caliza manchada de ocre por las pezuñas; seguimos este camino, pasamos una entalladura bien definida del roquedo y nos encontramos en un llanete cubierto de un herbazal. Estamos ya en la meseta de la cumbre. 

Ahora, para alcanzar el punto más alto tenemos que dirigirnos hacia el O (a nuestra izquierda, por un lapiaz en la que la vegetación predominante está formada por los pulvínulos de Ptilotrichum spinosum, Phlomis crinita y la cañaheja.

La cumbre está marcada por un hito de groseros mampuestos. En sus inmediaciones podemos asomarnos a los acantilados que se asoman al puerto que nos separa ahora del macizo de Jarastepar.

Regresamos por el mismo camino.

Hitos propuestos: aparcamiento, arqueta de la alcantarilla, carril terrizo que se pierde en el pastizal, entalladura con dos carteles de coto privado de caza, cueva, aulagar en lo alto de las cuestas terrizas, senda que se dirige al E, llanete con herbazal al alcanzar la meseta alta, cumbre.

18. Lo que se divisa desde la cumbre (S, O, N, E)

Los Reales, loma de Jardón, valle del Genal con Parauta, los tejados de Igualeja, Pujerra y Cartajima y, más al E, Algatocín y Benarrabá, las montañas gaditanas que avanzan hacia la punta de Tarifa y, sobre las nubes, algunas montañas de Marruecos, la meseta de Jarastepar, estribaciones más septentrionales de la sierra de Libar (sensu amplio), el macizo de Grazalema, Montejaque, la meseta de Acinipo, las sierras de vecinas de Cádiz (Olvera, Setenil), sierra de la Hidalga, Sierra de las Nieves, con Enamorados, las tres cañadas que suben desde la zona de Quejigales, la Torrecilla, la nava de San Luis, al pie del Alcojona, cubierta de bosques, Cascajares, que enlaza con sierra Palmitera, y sierra Bermeja, que culmina en los Reales, con los que comenzamos.

 
Descendiendo desde el montón de mampuestos hacia el borde del acantilado obtenemos una hermosa panorámico del valle del alto Genal. Más allá de la loma de Jardón, cerrando el horizonte, los Reales de sierra Bermeja. A nuestros pies Cartajima y, al otro lado del valle, Pujerra entre sus castaños.19. Fechas de subida
17 de septiembre del 2.000. Pepe Mayorga, José Antonio Ruiz Heredia y Luis Sarasola.

20. Geología
La sierra Almola es un peñón de calizas jurásicas rodeado de “capas rojas” del Cretáceo superior.

21. Vegetación

Lo más interesante es el matorral de Ptilotrichum spinosum con cañaheja y Phlomis crinita de las zonas cacuminales.

22. Fauna

Un conejo, cabras domésticas y una rapaz que desapareció antes de que pudiéramos sacar los prismáticos. Extrañamente las chovas piquirrojas no dieron señales de vida.

23. Opciones alternativas en las proximidades
Jarastepar y Riscos de Cartajima.


24. Connotaciones sexuales

Iphiclides podaliriusADDENDA
Queridos amigos: Continuando mi esforzada empresa de completar algunos de los itinerarios que había redactado antes de que Ernesto, nuestro padre, nos hiciera su atinada, como no podía ser menos, sugerencia sobre la conveniencia, y aún necesidad imperiosa (diría yo), de incluir las connotaciones sexuales de nuestros paseos, paso ahora a redactar el punto 24 de excursión a la Cancha de Almola. Sugiero que cortéis y peguéis.

Deformación étnica. Exagerado desarrollo de las ninfas en una mujer hotentota. Jacques L. Moreau de la Sarthe, Histoire Naturelle de la Femme, París, 1803.En estas primeras excursiones (Cancha de Almola, Cerro del Águila de sierra Alpujata...) pudimos disfrutar de la presencia de la segunda generación de diversas especies de lepidópteros. Yo sólo soy capaz de identificar en el campo las especies Papilio machaon3 y Papilio podalirius3  (Iphiclides podalirius L.), pero Juan Carlos nos llamó la atención sobre varias otras y las puso así, de alguna manera, en la primera plana de nuestra atención (al menos de la mía). 
Y ahora os pregunto: ¿en qué se puede pensar al ver una mariposa de grandes alas en el campo? No dudo de que vuestra respuesta coincide con la mía: en la vulva, pero, ¡atención!, no en cualquier vulva, sino en la vulva de la mujeres hotentotas, tal y como se nos ofrece a la vista en la postura de máxima abertura de piernas (cf. foto adjunta).

Contra lo que se pueda pensar los hotentotes no son negros, no pertenecen al grupo de las razas negras o melánidas, sino, más bien, al de las llamadas razas primitivas, junto con los aborígenes australianos, los pigmeos y los veddas de Ceilán. 

De hecho los hotentotes se incluyen, junto con los bosquimanos, en la denominada raza khoisan (de khoikhoi -nombre aborigen de las gentes que fueron llamadas hotentotes por los holandeses- y san -denominación propia de los bosquimanos, del holandés boschjesman u hombre del bosque), pero podemos dejar de momento a los bosquimanos del Kalahari, que parecen ser el tipo original de la raza y los habitantes conocidos más antiguos de África, y centrémonos en los khoikhoi u hotentotes , de la región de El Cabo y del río Orange. Estas gentes han sido objeto de especial atención por parte de los antropólogos físicos, ya que fueron las primeras personas de esta raza que cayeron en manos de los europeos, y porque a causa de ciertos caracteres anatómicos y fisiológicos, sobre todo la distribución de los grupos sanguíneos, recuerdan al grupo de razas amarillas o xantodermas, por lo que hay quienes los consideran como el vestigio de una antigua población mongoloide de África.

Entre los rasgos anatómicos que se consideraron propios de esta raza están la esteatopigia, o adiposis exagerada de las nalgas, y la longuininfia (delantal) o hipertrofia de las ninfas o labios menores de la vulva.

¡Cómo me gustaría poder extenderme sobre temas tan apasionantes como la esteatopigia o la organización social de los khoisan! Pero la obligación manda y es la vulva, inmisericorde, la que reclama ahora mi atención. 

Longuininfia. Gran hipertrofia de los labios menores en figura de corazón.He aquí las palabras de Cuvier: Los labios mayores, poco pronunciados, interceptan un óvalo de 4,5 a 5 pulgadas de longitud; del ángulo superior desciende entre ellos una prominencia semicilíndrica de aproximadamente media pulgada de espesor, cuya extremidad inferior se ensancha, se bifurca y se prolonga en dos pétalos carnosos (así dice Cuvier, pero yo prefiero ahora pensar en dos alas) arrugados, de 2 a 2,5 pulgadas de longitud por 1 a 1,5 de anchura. Cada uno de ellos es romo en el extremo; su base se ensancha y desciende a lo largo del borde interno del labio mayor de su lado, y se transforma en una cresta carnosa que termina en el ángulo inferior del labio mayor. Si se levantan esos apéndices, forman juntos una figura de corazón cuyos lóbulos son estrechos y largos y cuya parte media la ocuparía la abertura de la vulva. Hasta aquí Cuvier.

En nuestros días se sabe que esta disposición, considerada como una característica racial durante mucho tiempo, ni es congénita ni es específica. 

Las dudas aparecieron cuando algunos investigadores dieron cuenta de los siguientes hechos. 
1o. Dickinson midió ninfas de 7 a 9 cm en mujeres blancas (frente a una media de 3 a 4 cm).
2o. Se comprobó que no todas las mujeres hotentotas presentaban longuininfia.

Fue finalmente la antropología cultural la que explicó el fenómeno: la longuininfia es adquirida por manipulación repetida de las ninfas: 

1o. Las muchachas mayores someten a las más jóvenes a estiramientos y tracciones de sus labios menores.
Gustav Klimt, Mujer medio dormida recostada hacia atrás (Viena, Historisches Museum).2o. Lo mismo hacen entre sí las adultas, cosa que se considera como un gesto de elemental cortesía.

3o. Los hombres adultos participan, mediante maniobras digitales y bucales, en el desarrollo de las ninfas y del capuchón del clítoris.

4o. En algunas ocasiones, si se considera necesario, se sujetan pesos a los labios menores para estimular su dilatación.

5o. Sólo las hotentotas olvidadas tienen las ninfas normales. En efecto, para gustar, una muchacha hotentota debe tener un delantal muy desarrollado; tirar de los labios menores de una amiga es, pues, una deferencia comparable a las atenciones de peinado o de maquillaje que practican entre sí las mujeres civilizadas.

Gustav Klimt, Mujer sentada con las piernas abiertas (Austria, colección particular).Y es este quinto y último punto el que más me interesa destacar. Los pueblos que han crecido en las religiones del libro1 (judíos, cristianos y musulmanes) comparten el tabú ante el contenido de la hendidura vulvar. El clítoris y los labios menores son órganos repugnantes, y hasta culpables. 

Algunos musulmanes1 llegan al extremo de destruir esas partes que les turban por la escisión, a veces agravada por la infibulación2. 

Entre los europeos el tabú se manifiesta como un tabú estético. El clítoris y las ninfas no se representan en el arte occidental hasta la gran revolución sexual moderna, excepto en la representaciones específicamente eróticas, como os muestro con las ilustraciones adjuntas.

No quisiera privaros de las bellas imágenes con las que mi favorito, Gustav Kimt, rompe el tabú a principios del siglo XX.

NOTA 1. Sería injusto por mi parte si no reconociera aquí que esta actitud era compartida por muchos pueblos fetichistas africanos antes de tomar contacto con el cristianismo o el islam.

NOTA 2. Operación destinada a impedir el coito. consistente en la introducción de un ancho anillo entre los grandes labios de la mujer.

Papilio machaonNOTA 3. Apolodoro y Filóstrato nos cuentan que cuando el sufriente Filoctetes, obedeciendo a la voz de Heracles (ya divinizado), accedió a acompañar a Odiseo y Diomedes a Troya con su famoso arco, para que así se cumpliera la profecía de Calcante, los griegos, a su llegada al campamento, lo bañaron con agua dulce y dejaron que durmiera en el templo de Apolo, y, mientras dormía, el cirujano Macaón le cortó de la herida la carne podrida, vertió en ella vino y le aplicó hierbas curativas y la piedra serpentina; pero algunos dicen que Podalirio, el médico hermano de Macaón, se encargó de la curación.

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