TRAZADO: Circular.
DISTANCIA: 4 kms. aproximadamente.
GRADO DE DIFILCUTAD: Bajo-Medio.
ALTIMETRIA:
DATOS DE INTERES:
El Gastor es una bonita población de la sierra gaditana,
escondida de la carretera A- 376 (Sevilla-Costa del Sol)
y protegida a modo de niña mimada por el magnífico
macizo que forman los Tajos Lagarín y Las Grajas.
El Gastor es, quizás, la
más desconocida de las poblaciones que forman la “Ruta
de los Pueblos Blancos”, un desmerecimiento, a mi
entender, injustificado. Pocas o casi ninguna son las
publicaciones turísticas, de naturaleza o de senderismo
que se encargan de ofrecer las muchas riquezas y
maravillas que atesora.
Entre sus fiestas
tradicionales, la más conocida y famosa es la del Corpus
Christi, cuando las calles y plazas se engalana de
flores, siendo muy concurrido el pueblo por gentes de
toda la comarca; otro aspecto etnográfico destacable es
la “Gaita Gastoreña” un instrumento endémico de esta
población.
Pero viniendo al caso el asunto de las singularidades y
peculiaridades de cada zona, lo que a un servidor le
llama más la atención de este lugar es el precioso y
desconocido paraje de los Tajos Lagarín y Las Grajas,
merecedor sin duda alguna, de estar incluido en los
límites del cercano parque natural Sierra de Grazalema.
Sus bosques de pinos y encinas, su flora, la colonia de
buitres y los restos prehistóricos dan pie a tal
aseveración.
ÉPOCA RECOMENDADA:
Todo el año, excepto los días calurosos del verano.
A la entrada del pueblo
tomamos un carril a la derecha, con una señal indicativa
a “Los Algarrobales”; en pocos metros pasamos junto
al área recreativa de La Ladera, este será el punto de
partida de la ruta.
Bordeando el área
recreativa por su derecha, sube un carril que pasa junto
a una casa-depósito de aguas, este camino se convierte
al momento en senda y discurre en subida entre
vegetación de pinos, encinas, olivillas, lentiscos y
otras plantas típicas del bosque mediterráneo.
Poco
después nos topamos con otro sendero, seguimos por el
ramal izquierdo, ahora por un camino más suave y bajo la
sombra de los enormes pinos, concluye la senda en una
zona llana y junto a una enorme era de piedra flanqueada
de enormes retamas. Desde este lugar ya es visible
arriba los cortados calizos que dan lugar a la cumbre
del Tajo Lagarín, antes de proseguir, nos asomaremos al
cercano mirador de El Tajillo, con magníficas vistas al
pueblo y a los campos agrícolas que la rodean; un panel
informativo nos habla de cómo el monte estuvo
primitivamente poblado de encinas, siendo adehesado
posteriormente, la actividad de carboneros y la
necesidad de campos para cultivar los tan preciados
cereales tuvieron resultados lamentables en las laderas
de la montaña, con graves problemas de erosión en los
meses de fuertes lluvias.
Hace no mucho tiempo,
todas las faldas de la montaña fueron repobladas de
pinos y ya incluso algunas pequeñas encinas vuelven a
ocupar los terrenos que nunca debieron perder.
Situados de nuevo en la era, buscaremos un vallado
metálico subiendo y a la izquierda, cuando veamos una
angarilla que da paso al cortijo de La Sierra, la
tomaremos y nos dirigiremos hacia la vaguada que separa
a la izquierda el Tajo de Las Grajas y a la derecha el
Tajo Lagarín; abajo vemos el cortijo del Charcón, que ya
conoceremos a la vuelta.
Ascendemos por esta zona
rala de vegetación a través un minúsculo carril hasta
alcanzar el puerto que separa ambos cerros, el lugar es
conocido como Los Retamales; ahora por el camino más
lógico emprendemos la subida al Tajo Lagarín, las
encinas se aferran en los cortados calizos y colonizan
en pequeños bosquetes las zonas más inaccesibles.
Una vez en la cumbre, las
vistas son sencillamente espectaculares, bajo nosotros
el pantano de Zahara-El Gastor, el macizo de la Sierra
del Pinar, con el San Cristóbal y el Torreón, máxima
altura de Cádiz con 1654 m.; la sierra del Endrinal con
el Simancón y El Reloj, la Sierra de Lijar y
Algodonales, el rio Guadalete, la Sierra de Libar,
Olvera, etc...
Descendemos hasta Los
Retamales e iniciamos la ascensión al Tajo de Las
Grajas; lo mejor es subir junto a los cortados que miran
al Este, antes habremos dejado a un lado las ruinas del
antiguo cortijo de La Sierra. Bajo los barrancos planean
los buitres y otras aves como chovas, grajillas, aviones
roqueros, cernícalos, etc; igualmente crecen
prolíficamente los acebuches, cornicabras, retamas,
quejigos, encinas, etc.
La cumbre es una enorme
meseta pedregosa cortada a pico por toda la zona,
excepto por la cara noreste, lo mismo ocurre en el Tajo
Lagarín. La situación de estos cerros es de lo más
estratégico, son vigías de entrada y salida de Las
Serranías de Ronda y Grazalema al valle del Guadalquivir
y comarca de La Campiña; nos pareció adivinar restos de
una torre de vigilancia en la misma cumbre del Lagarín.
Desde el Tajo de Las Grajas las panorámicas son
igualmente increibles, frente a nosotros se alzan las
dos cumbres del Cerro Malaver y al fondo se adivina la
línea de montañas del cercano parque natural Sierra de
las Nieves.
El regreso pasa por
descender hacia el cortijo del Charcón, deshabitado pero
en buen estado de conservación; a la derecha del cortijo
y bajo una enorme encina oteamos un vallado de madera,
en ese lugar se ubica el conocido entre otros nombres,
como dolmen del Charcón; es el mejor conservado de la
comarca.
Retomamos la bajada desde
el cortijo pasando junto a una chopaleda y un enorme
pilón; el carril desciende entre los pinares de la
izquierda y los huertos y frutales de la derecha, pronto
afluimos al carril de Los Algarrobales.
Nos topamos con unos
viejetes del pueblo que caminan plácidamente en la tarde
primaveral y los abordamos para preguntarles sobre
algunas dudas toponímicas, gustosamente nos resuelven y
explican con todo lujo de detalles las incertidumbres
planteadas; continua la charla animosamente... escena
serrana y andaluza.
Fin de la ruta.
PLANO DE LA RUTA: